28-09-2017
Mercado de Atarazanas de Málaga
Aprovechando que hemos pasado unos días por la tierra que me vio nacer, he querido enseñarle a mis hijas el mercado de Atarazanas, situado en pleno centro histórico de la capital malagueña, en la calle Atarazanas. Y ya aprovecho y os lo enseño a vosotros también, con la recomendación de que si pasáis por Málaga no dejéis de visitarlo, merece la pena además de por su arquitectura, por sus excelentes productos.
El mercado de Atarazanas, palabra árabe hispánica que significa 'lugar donde se reparan o fabrican barcos', se ubica en el lugar donde en época nazarí se situaba un edificio para estos fines. Tras la conquista de los Reyes Católicos se utilizó como almacén, arsenal, hospital militar y cuartel.
En 1868 se decidió demoler para así dar trabajo a la clase pobre de la ciudad, pero gracias a la intercesión de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, se logró salvar del derribo la monumental puerta de mármol y ladrillo del recinto. Que fue trasladada al centro del nuevo mercado que se decidió construir en ese mismo lugar. El encargado de su construcción fue el arquitecto Joaquín Rucoba, quien concibió un mercado siguiendo el estilo del edificio demolido pero con gran uso del hierro y el vidrio, tan de moda en la época. Fuente datos históricos:
Málaga ciudad genial.
Lo primero que llama la atención cuando cruzas su monumental puerta de entrada es, además de su arquitectura, la impresionante vidriera de 108 paneles en la que están representados diferentes monumentos de la ciudad de Málaga. La limpieza de los puestos, lo bien expuesto que está el género y la amabilidad de sus vendedores, quienes incluso te echan un piropo si les pides que te dejen echarles una foto (cosa que me pasó y que me sacó una sonrisa :-)), son también motivo para su visita.
Carnes, frutas y verduras, especias, y el pescado más fresco lo encontrarás allí. Paseando por sus puestos huele a fresco, a mar y también a pan de verdad, ese que te dura tres o cuatro días sin ponerse duro como una piedra. ¿Te acuerdas cómo sabe un tomate de los de antes, de los de verdad? pues allí lo encontrarás. Tampoco te faltará un puesto con especias para aliñar tus platos, estos no hace falta que sus vendedores vociferen el producto, su intenso olor te llevará hasta su mostrador. A mi me llevó. De tanta variedad de todo como había nos decidimos por unas hermosas setas; shiitakes, champiñones y setas de cardo para elaborar un rissoto que me quedó riquísimo.
Y cuando llegamos a los puestos de los mariscos no me pude resistir de llevarme un kilo de mis adoradas conchas finas (Callista chione), como allí se las llama. Que limpias y con un chorreón de limón y una pizca de pimienta molida están deliciosas. Aquí me veis en la foto comprándolas. Aunque me hubiera llevado casi todo lo que tenía expuesto, me encanta el marisco.
Si vais por Málaga os recomiendo que entréis en este mercado y al pasear por sus calles, el olor a mar, canela, clavos, aliño para pinchitos o pan recién hecho os transportará quizás como a mí, a la niñez y a productos frescos y de proximidad.
Me encanta el orden y el colorido de los puestos de frutas y verduras
No falta una cara amable al atenderte.
El tamaño de estas cerezas se asemejaba más al de las ciruelas que al de una cereza, eran enormes.
Lechugas de diferentes colores.
De estas me terminé llevando unas cuantas para más tarde hacer el rissoto.
Detalle de la impresionante vidriera del mercado de Atarazanas.
El tamaño perfecto de la sepia o 'jibia' como por aquí se la conoce, para ponerla a la plancha.
Estos boquerones de frescos que estaban casi parecían aún vivos.
Las conchas finas son las almejas grandes y rosadas que está sacando del saco.
Comprando mis adoradas conchas finas.
Detalle de los arcos de hierro que sustentan el techo translúcido del mercado de Atarazanas.
Vista desde la calle Atarazanas del arco de herradura de la entrada principal del mercado de Atarazanas.
Vista de la vidriera desde el exterior del mercado.