Mi entrada de hoy es para todos aquellos que pensáis ir a comer a Chinchón, un pueblo situado a unos cincuenta kilómetros de Madrid, y no sabéis dónde. Veréis, la pasada Semana Santa, fuí con mi familia a Madrid a pasar unos días, ya habíamos estado anteriormente en Chinchón en otra ocasión, pero solo en la plaza mayor tomando unos refrescos, y la verdad que me encantó el pueblo. Por lo típico, las vistas y por su arquitectura. Me encantan los balcones con rejas, madera labrada y vidrieras y allí hay unos cuantos.
En Chinchón os encontraréis con calles empedradas, por lo que os recomiendo que llevéis calzado cómodo, además de por las piedras por lo empinada de sus calles. Lo primero que nos encontramos al llegar a Chinchón es su espectacular parador de turismo, un edificio que en su origen fue un convento agustino, y que tras diferentes usos y posteriores restauraciones en el año 1982 se convirtió en parador de turismo. Continuamos por la calle del parador unos pocos metros más y llegamos a la espectacular plaza mayor de Chinchón, un espacio abierto con suelo de arena y rodeado por 230 balcones de madera por los que el tiempo no ha pasado. Más abajo lo podéis ver en una foto que hice y que os dejo como una estampa antigí¼a.
Dimos una vuelta por la plaza y como mis hijas tienen un reloj en la panza, pues pronto empezaron a decir que tenían hambre. No teníamos reserva en ningún restarurante y el pueblo estaba a rebosar de gente que había ido a pasar el día y a comer. Busqué en Tripadvisor un lugar para comer en Chinchón y me apareció el Mesón Cuevas del Vino, con buenas críticas y por las fotos muy típico.
Así que nos dirijimos hacia él calle arriba, y arriba y arriba, parecía que no acaba la cuesta empedrada, menos mal que llevaba botas bastante cómodas. Mientras subíamos no perdí detalle de cada balcón, puerta y fachada de las casas que nos íbamos encontrando en nuestro camino. Muchas de ellas con el cartel de "se vende", una pena que no esté la mayor parte del pueblo restaurado, sería una villa perfecta para pasar el fin de semana y disfrutar de su tranquilidad y su gastronomía. Si me toca la lotería ya tengo apuntado en mi lista comprar una de estas casas y convertirla en fonda típica, je je,
El mesón se haya ubicado en una antigí¼a casa de labranza de finales del siglo XVIII cuya principal actividad era la elaboración de vino y aceite, por lo que en las diferentes salas que encontraréis dentro del edificio, hay además de aperos de labranza los utensilios y máquinas necesarias para tal fin. Piedras de molino para el molturado de la aceituna y prensas para la obtención del vino, principal producto de la casa.
El mesón Cuevas del Vino, me recuerda mucho a un restaurante que frecuendo a menudo situado a los pies de las montañas de Montserrat, en Barcelona, llamado Vinya Nova, otro lugar que parece detenido en el tiempo y decorado casi de idéntica manera, aunque este no tiene prensas ni ruedas de molino, pero su comida típica es de rechupete.
Nuestra comida consistió dos primeros para compartir y luego cada uno nos pedimos un plato diferente para así probar lo máximo de la carta. Tienen menú para niños pero a mis hijas, ya les llama más la atención los platos de adultos que el menú infantil, es lo que tiene tener una mamá bloguera gastronómica, que les gusta probar cosas diferentes.
Para compartir nos pedimos una ensalada de tomates con Pamplinas, que nunca había probado y que tenía un ligero sabor picante y algo leñoso algunos tallos, pero que en general nos gustó. También nos pedimos un plato de "Escaramuza", que era una mezcla de huevo, pimiento verde, calabacín, patatas paja fritas, picatostes y chorizo picante que venía bien servida.
Los otros platos que nos pedimos fueron, albóndigas de buey con setas, rabo de toro, judias chinchoneras y huevos de "rico". De postre arroz con leche. El único pero es que como fuimos en plena semana santa tardaron un poco en traernos la comida y se les había ido la mano con la sal, pero pudimos comer aún no habiendo reservado por teléfono y en la sala de las tinajas.
Es un restaurante típico que como os comento está igual que cuando empezó a funcionar allá por el año 1964, nos hubiera gustado probar el cochinillo asado o el cordero lechal al horno, pero había que esperar 45 minutos al menos y nuestros estómagos a las tres de la tarde no estaban por esperar, ja ja.
Después de semejante comida era obligado dar una vuelta por el pueblo para bajar "en la medida de lo posible" todo lo que nos habíamos zampado, y cómo no, comprar una botella del famoso anís de Chinchón antes de volver al hotel. La próxima vez reservaré y pediré cochinillo o cordero asado, así os cuento.
Mientras tanto os dejo con las fotos que fuí echando por el pueblo y en el Mesón. Espero que os haya gustado esta entrada y os entre el gusanillo de conocer y comer en Chinchón.
Plaza Mayor de Chinchón
Detalle de la entrada al Mesón Cuevas del Vino
Interior de la sala de las tinajas donde comimos, como véis son enormes y están firmadas por comensales ilustres que han pasado por allí.
Ensalada de tomates con pamplinas
"Escaramuza"
Albóndigas de buey con setas.
Rabo de toro.
Huevos de "rico" con jamón ibérico y pimientos del padrón.
Arroz con leche para el postre.
Detalle de la sala de la prensa con las enormes piedras de molino.
Detalle de otra de las estancias con prensa romana.
Entrada al mesón con la chimenea encendida y los altos techos con vigas de madera centenarias.
Este expositor de cubertería con el almirez me pareció precioso y nunca antes había visto algo así. ¿os gusta?
Detalle del interior del mesón, me pareció de postal antigua, y no me pude resistir de fotografiarlo.
Para que os hagáis una idea de lo grande que son las tinajas, bueno, yo no soy alta pero las tinajas eran espectaculares. ¿En qué horno se cocerían? ¡Madre mía!
Como os comentaba, me encantan las casas con estas fachadas de piedra, hierro y madera.
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